Camina atravesando la Plaza de Mayo. El viento le da en la cara, el sol comienza a calentar su cuerpo. Aguza la mirada en busca de los agentes especiales encubiertos: el manisero, el linyera, la guía de turismo, el turista, cualquiera puede serlo. Más pasos, más dudas sobre sus hipotesis. Levanta la cabeza, cierra los ojos.“Talking about me and you” sale de los auriculares y entra por sus oídos. Abre los ojos, vuelan las palomas. Observa el reloj que siempre atrasa, las turistas con remeras ajustadas, pelos lacios teñidos y anteojos mosca. El chico que vende pines patriotas, la mujer de la escarapela. Se distrae, no piensa, camina rumbo a su empleo. "Atravieso la Plaza de las ceremonias pseudo revolucionarias". En eso una bandada de palomas atraviesa su andar, las palomas parecen rozarles; un sudor frio comienza a correr por su frente, siente un golpe.
Un dolor insportable interrumpe sus pensamientos, su cerebro se siente observado. Como si ojos de palomas lo observaran y juszgaran sus pensamietos. Un ave se le incrusto en la cabeza. Cae al piso, sangra y muere. “Rápido. Tengo un 859” dice el niño que pedía monedas.
