“Lo que mas quiero es reírme mas, despertarme para soñar”
Ayer llego nuevamente la ola polar a la ciudad.
Caminar entre fríos edificios con baja temperaturas no es aconsejable, el ánimo no se ve estimulado recorrer este lugar.
Un llamado, una invitación cambia el rumbo, invita a conocer un nuevo lugar: un bosque de limoneros.
Un colectivo lleva mi cuerpo entumecido, mi corazón expectante y mi cerebro esperando fundirse.
8º piso. Una entrada a la conciencia del mono ambiente, empiezo a ser Claudio, Mario, Mauro, ¿un villero border quizás?
En el bosque los limones sonríen y , como limones, la primera impresión es difícil de digerir.
La noche comienza llegan las anchoas el queso la música el vino las fotos. Las frutas empiezan a pelarse. Sus primeras gotas salpican y acarician mi ánimo, se fusionan con parte olvidadas dentro de mí. La acidez comienza a cocinar mi conciencia.
Otra vez el frío, el andar por esta ciudad tan distinta a hace un rato tanto que las veredas parecen achicarse.
Comienza a explotar cada gajo en el bosque. La lluvia acida empieza a caer, y cada gota vuelve a explotar en otras tantas miles segundo a segundo. Diluvio de limonada, me refresca, ahoga de a poco la mala conciencia cotidiana. Somos modelos de nuestra propia interpretación vista desde un ojo digital.
Florece otra semilla, revive el brote que había en mí. Me convierto casi en un limón, conozco esa sensación. Mi buena inconciencia toma el poder. Acidez por doquier.
Les limones: gracias por despertar mi “bondad”.